Análisis: Ninja Gaiden 3 Razor’s Edge

Pero vayamos a lo que importa. ¿Qué tal está Ninja Gaiden 3: Razor’s Edge? Para empezar, lo mejor de este título es que no depende en absoluto de los anteriores, de forma que si no has jugado a ningún Ninja Gaiden en tu vida, no importa; vas a poder disfrutar de él igual. No esperes, eso sí, un argumento muy trabajado, unos personajes con mucho trasfondo o unos dialógos profundos. Ninja Gaiden 3: Razor’s Edge te propone un solo reto (básicamente, matar todo cuanto se mueva en pantalla) con el único objetivo de divertirte un rato.

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Todo lo que Ninja Gaiden 3: Razor’s Edge tiene de simple en su base argumental, lo compensa con la propia jugabilidad del título. Siguiendo la sencilla premisa de cargarte a todos tus enemigos, podrás poner a prueba todo un arsenal de armas, movimientos especiales, combos de golpes y efectos de magia para acabar con ellos. Y créeme, con algunos podrás rápido, pero otros se te van a resistir bastante.

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El juego está dividido en días (a modo de fases), con varios puntos dentro de cada uno para ir grabando la partida, de forma que puedes jugar perfectamente durante cortos lapsos de tiempo. Cada día o fase sitúa a nuestro protagonista, el ninja Ryu Hayabusa, en un rincón diferente del planeta, luchando contra una misteriosa organización criminal. Por suerte cuenta con la ayuda de otros personajes, como Mizuki o Ayane. Ésta última es otra ninja a la que puedes controlar en algunas fases (en lugar de Ryu) como personaje principal. Personalmente me gustó mucho este detalle, ya que no es fácil encontrar juegos protagonizados por chicas con fuerza y carácter como Ayane.

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Las fases están plagadas de enemigos de todo tipo, desde soldados a otros ninjas como tú (y que son de los más difíciles de eliminar), pasando por cosas tan estrambóticas como robots, demonios, bichos experimentales de laboratorio y hasta un dinosaurio. Ryu Hayabusa se enfrenta a todos ellos con espadas, cuchillas, guadañas, estrellas ninja y otros artilugios que convertirán tu pantalla en un auténtico baño de sangre. Y por supuesto, al acabar cada día tienes una batalla especialmente dura contra un «jefe» final de fase. Acuérdate, eso sí, de cargar el Gamepad de la WiiU antes de empezar la partida, no sea que te quedes sin batería justo cuando estás a punto de derrotar al jefe final.

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Hablando del Gamepad, me gusta la forma en que los desarrolladores de Ninja Gaiden 3: Razor’s Edge han pensado en él como complemento del juego. En lugar de reducirlo a una copia de lo que se ve en pantalla, el Gamepad aporta información muy útil en todo momento: podrás usarlo para cambiar de arma, repasar los combos de lucha (que se olvidan fácilmente en cuanto llevas varios días sin jugar) para ponerlos en práctica contra tus enemigos, lanzar efectos de magia o «aprender» diferentes habilidades gracias a los puntos de karma que consigues a medida que progresas en el juego. Ninja Gaiden 3: Razor’s Edge es un buen ejemplo de cómo se le puede sacar partido a la pantalla del Gamepad en un juego de WiiU.

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La relativa sencillez de Ninja Gaiden 3: Razor’s Edge en muchos aspectos es también su gran debilidad. Ojo, no estoy diciendo que sea fácil de jugar o que lo acabes enseguida. Es simplemente un juego sin complicaciones, sin vueltas de hoja: tienes que matar a tus enemigos y seguir adelante, eso es todo. Por eso, a la larga corre el peligro de volverse repetitivo y que te aburras de hacer siempre lo mismo, especialmente si no estás muy identificado con la temática ninja o no te atraen demasiado los personajes de estilo japonés. Pero a la mínima que sientas cierto interés por este género, Ninja Gaiden 3: Razor’s Edge puede convertirse en un buen entretenimiento – o casi en una terapia anti-estrés, dada la extraordinaria violencia con la que Ryu a menudo mata a sus víctimas.

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Si tengo que mencionar algún problema con este juego, éste sería la cámara. Normalmente es bastante fácil de controlar (con el stick derecho del Gamepad) pero a menudo, cuando estás inmerso en una pelea y un enemigo te bloquea en un rincón del escenario, es fácil perder el punto de vista. A veces me ha pasado que he matado a ese enemigo a ciegas, sólo viendo cómo la sangre salpicaba la pantalla, pero sin ver lo que Ryu estaba haciendo realmente.

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Quitando ese detalle, Ninja Gaiden 3: Razor’s Edge me ha parecido un juego entretenido. He agradecido el detalle de poder disfrutarlo aun sin haber jugado a los Ninja Gaiden anteriores. Me ha gustado poder controlar a Ayane. Me he sorprendido gratamente por la capacidad gráfica de la WiiU, lejos ya de las limitaciones de la Wii. Me ha parecido muy interesante la forma en que los desarrolladores han aprovechado las capacidades del Gamepad. Y, sobre todo, me he divertido de lo lindo masacrando enemigos con mi katana. Porque jugar, al fin y al cabo, significa eso: divertirse.

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