Análisis: Microsoft Surface Pro 3

Hace unos meses tuve la oportunidad de probar la Surface Pro 2, el gadget de Microsoft a medio camino entre tablet y ordenador portátil, y quedé encantada con él. Ahora, con su sucesora, la Microsoft Surface Pro 3, he podido repetir la jugada y probarla durante unas semanas.

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Ha sido una experiencia curiosa porque venía con una perspectiva totalmente diferente. En el caso de la Surface Pro 2, tenía la idea preconcebida de que estaría probando una tablet. Ahora, con la experiencia de la prueba anterior, sabía que la Surface 3 es mucho más que una simple tablet, y que se acerca más al concepto de portátil. Mi intención entonces era ver en qué había cambiado, y si había mejorado con respecto a la versión anterior.

Esta es la historia de mis experiencias con una Microsoft Surface Pro 3 durante unas semanas.

 

Pequeños cambios en el exterior

La Surface 3 Pro ha cambiado ligeramente en su aspecto. Es un poco más fina, un poco menos pesada y la pantalla ha subido hasta las 12″ (con respecto a las 10,6″ del modelo anterior). A cambio, la proporción es diferente, y ya no es 16:9. El botón de Windows también se ha cambiado de lado.

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El teclado, por otra parte, sigue siendo igual – o al menos yo no he sabido apreciar diferencias. Personalmente lo encuentro muy cómodo, y el trackpad responde muy bien (aunque no llegue a la calidad de Apple, para mí los mejores trackpads del mundo). Lo que sí ha cambiado es la postura en que puedes poner todo el conjunto: bien totalmente plano sobre la mesa, bien ligeramente inclinado gracias a un imán que sujeta su parte superior a la pantalla.

Esto, unido a que ahora la peana de la pantalla se puede abrir o cerrar como quieras (y no tiene sólo dos posiciones fijas, como antes) hace que la Surface Pro 3 sea aún más cómoda de usar.

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Configuración y primeros pasos

Una de las cosas que más valoro en un gadget es que sea fácil de configurar, y que pueda empezar a usarlo enseguida. La Surface Pro 3 cumple de sobras con estos dos puntos.

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Pocos minutos después de encenderla por primera vez ya la tienes lista para usar, con sólo crear una cuenta de usuario. Más adelante puedes elegir si convertir esa cuenta de usuario local en una cuenta de Microsoft – cosa que recomiendo totalmente – para poder adquirir apps en la Tienda Windows o sincronizar fácilmente tus ficheros de OneDrive.

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Una vez hecho esto, tienes ante ti una tablet, sí, pero con un sistema operativo completo idéntico al de un ordenador Windows de sobremesa, y con un teclado físico como el de un portátil cualquiera. Esta es precisamente la gracia de la Surface; es un ordenador que puedes usar como tablet en cualquier momento (desconectando el teclado y manejándola sólo con la pantalla táctil) y un portátil de tamaño reducido capaz de responder a cualquier necesidad de ocio o trabajo.

 

Rápida y potente, pero con pocos puertos

La Surface Pro 3 viene equipada con Windows 8.1, la versión más reciente del sistema operativo de Microsoft. Más allá de los problemas de adaptación que puedas tener con esta versión de Windows, sobre todo si no lo has probado mucho (como me ocurría a mí), lo cierto es que el rendimiento de Windows 8.1 es impecable. El sistema apenas tarda nos pocos segundos en arrancar, y la rapidez se nota tanto si estás trabajando con documentos de trabajo como jugando a algo.

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En algunas ocasiones, eso sí, se nota que la Surface está trabajando a tope: la tablet se calienta bastante, y los ventiladores tienen que emplearse a fondo (con el consiguiente ruido) para mantener el sistema fresco. No es que hagan un ruido ensordecedor, pero acostumbrada al silencio total de la Surface, cuando se encienden lo notas.

Igual que su predecesora, y aunque por fuera parezca una tablet, el Windows 8.1 de la Surface Pro 3 no es una edición especial más ligera para dispositivos portátiles, sino que es idéntico al de la versión de Escritorio, con todas sus opciones y funciones al completo. Puedes usar las mismas apps y realizar las mismas operaciones que si estuvieras sentado frente al clásico ordenador de torre y monitor.

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Lo que sí eché en falta son más puertos de conexión. Si utilizo una tablet tal cual, entiendo que tenga pocos puertos (o incluso ninguno). Pero si la idea detrás de la Surface es que, además de actuar como tablet, reemplace mi ordenador, entonces un sólo puerto USB no es suficiente. Tampoco tiene, por ejemplo, conexión Ethernet.

Otra cosa a la que no supe sacarle mucho partido fue el stylus que incorpora la Surface. Más allá de unos garabatos con Fresh Paint, no tengo muy clara la utilidad de este lápiz. He probado otros lápices (como éste o éste otro) pensados para tablets, y creo que todavía no ha llegado el que realmente nos dé las mismas sensaciones que un lápiz de verdad – y por supuesto, una app en condiciones que sepa explortarlo.

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Autonomía para navegar, trabajar y jugar

¿Y qué tal la duración de la batería? En la página oficial de Microsoft aseguran, literalmente, que con la Surface Pro 3 puedes tener «hasta 9 horas de navegación web». Y aunque no estuve contando los minutos con un cronómetro para ver si esto era cierto, mi impresión es que la duración de la batería es satisfactoria. Contando las horas que usé para navegar por Internet, escribir para el blog, jugar, ver vídeos y demás, calculo unas siete u ocho horas de uso.

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Eso sí, si no quieres encontrarte la batería vacía de forma inesperada, recomiendo apagar totalmente la Surface – no dejarla en reposo – después de cada uso. Mi impresión es que su capacidad de aguante en reposo no es tan alta como la de otras tablets, y si además tenemos en cuenta lo rápido que arranca Windows 8.1, no cuesta nada dejarla totalmente apagada. 

La queja que sigo teniendo respecto a la batería es la misma que tenía con la Surface Pro 2: el LED del cargador está permanentemente encendido durante el proceso de carga, de forma que no sabes cuándo está cargando y cuándo ha acabado de cargar.

Por otro lado, otra sorpresa desagradable que me llevé fue que me quedé sin batería con un artículo a medio escribir, así, de repente. No recibí ningún tipo de alerta del sistema – cosa que he visto siempre en otros portátiles. Por suerte pude recuperar el texto del artículo, pero el susto no te lo quita nadie.

 

Es una tablet, pero sigue siendo un ordenador

En líneas generales, la Surface Pro 3 me ha causado una buena impresión, como ya lo hizo su predecesora hace unos meses. Es un híbrido curioso, versátil y potente como un portátil, y rápida y ágil como una tablet. El teclado físico es muy cómodo y la pantalla se ve de maravilla.

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A pesar de que realmente la puedes usar como tablet, yo la empiezo a ver más como un portátil – y es como la he estado usando más estos días. Quizás sea por su mayor tamaño de pantalla, o porque al tener siempre el teclado conectado (ya que también hace las veces de funda) siempre tienes tendencia a usarla más como portátil que como tablet. Sigue siendo un dispositivo portátil, por supuesto, pero desde luego no tan «llevable» como un iPad mini o un Samsung Galaxy Tab.

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Otro detalle que me ha hecho verla más como un ordenador, y ya a modo de anécdota, son las continuas actualizaciones de sistema que me ha mostrado Windows – hasta 3 o 4 veces en un par de semanas, cosa que las tablets no suelen hacer.

En cualquier caso, esto no es algo negativo. Microsoft Surface Pro 3 sigue siendo una buena opción si buscas un portátil ligero, rápido y potente – al que, si un día te apetece ver una película tirado en el sofá, le puedes «arrancar» el teclado para verla con mayor comodidad.

Un comentario acerca de “Análisis: Microsoft Surface Pro 3

  1. Yo la vi en centro comercial y la estuve trasteando. Me parece una experiencia muy buena, y esta tablet si que merece la pena. Ya que las anteriores las veía un poco verdes. Esta para personas que quieran jugar entre un portátil o un tablet es una gran opción. A mí lo que pasa, me echa para atrás es el precio. No está a mi alcance con mi sueldo crisis. Pero creo que merece la pena la inversión.

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